26 feb 2024

Lunes 26 de Febrero del 2024

Hoy inauguro este blog como una forma de expresión personal, una pequeno diario destinado a dejar una huella en el mundo. Sé que dentro de mí hay mucho por ofrecer y deseo legar algo valioso, algo que perdure.

Este fin de semana lo he dedicado a estar con mi hijo Miguel; ha sido nuestro fin de semana especial, el momento de "mamá y Miguel". Es una oportunidad maravillosa para estrechar lazos y crear recuerdos inolvidables.

El sábado nos aventuramos al Museo de las Ilusiones en Houston, una experiencia que resultó divertida para ambos. Capturamos momentos con fotografías y nos sumergimos en las actividades del museo. Al salir, nos encontramos con una tienda repleta de artefactos relacionados con la magia y las ilusiones. Mi hijo quiso comprar uno de ellos, a lo que respondí que debía comprarlo con su propio dinero. Miguel eligió un juguete y, aunque yo lo pagué, le pedí que me lo devolviera, enseñándole la responsabilidad de administrar su dinero.

Después, disfrutamos de una comida en el restaurante Caracol, aunque descubrimos decepcionados que los sábados no ofrecían brunch, a pesar de lo que habíamos leído en su página web. Sin embargo, un exquisito ceviche compensó nuestra ilusión por el bufet.

Continuamos nuestra jornada cultural en el Museo de Bellas Artes de Houston, donde asistimos a una charla sobre Matisse. Recientemente habíamos explorado la vida y obra de este pintor a través de un libro, por lo que nos intrigaba conocer más sobre el tema.

De regreso a casa, cenamos y nos sumergimos en una película para cerrar el día. El domingo llegó el momento de que Miguel me devolviera el dinero del juguete. Aunque me dio un poco de pena, él solo gana dos dólares a la semana ayudando en casa, por lo que quince dólares representan muchas semanas de esfuerzo para él.

Ser madre no es tarea fácil. Encontrar el equilibrio entre el amor y la educación es todo un desafío. A veces, eso implica negarles lo que desean para enseñarles el valor del esfuerzo y la gratificación diferida. Lo que tengo claro es que ser una buena madre implica preparar a mi hijo para el futuro, para el trabajo duro, para ser un individuo íntegro que contribuya a la sociedad. Aunque me duela negarle cosas o verlo frustrado, sé que es parte del proceso de aprendizaje y crecimiento. Con aciertos y errores, aspiro a ser una buena madre para él y, sobre todo, a brindarle el amor incondicional que tanto anhelé en mi propia vida, aquel amor que proporciona seguridad en el mundo.

Cada día que veo a mi hijo crecer, admirando su inteligencia y bondad, me siento completa y feliz. Es en esos momentos que reconozco la belleza de la maternidad y la dicha de ser su madre.


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